Podemos estar muy convencidos de algo y actuar en base a eso, pero no tiene por qué ser cierto. La certeza es la convicción de estar absolutamente acertados en una opinión. La realidad es lo que realmente es. Cuando estamos equivocados (aunque convencidos) estos dos elementos no coinciden. A veces nos damos cuenta con el tiempo y a veces no.
Casi todas nuestras conclusiones están basadas en interpretaciones de lo que observamos y cualquier interpretación está sujeta a versiones.
Nuestras síntesis mentales nos condicionan constantemente, mucho más de lo que imaginamos. Cuántas veces hemos interpretado erróneamente algo que era, en principio, evidente y luego nos hemos arrepentido de actuar desde la certeza.
Las personas consideran que sus certezas son ciertas (valga la redundancia) y no dudan de ellas. Como coach, en las conversaciones escucharás las certezas (convicciones o creencias) del usuario y deberás gestionarlas como interpretaciones cuestionables.
Si en algún momento escuchas una convicción del usuario y tú estás de acuerdo con ella sin darte cuenta, estarás cerrando una puerta a la exploración. Recuerda que no se trata de encontrar la verdad, sino de pensar más allá de los límites marcados por sus síntesis mentales. Aunque tus síntesis coincidan con las suyas.
Así, hablando con un padre, éste dejó caer que gritaba a su hija y eso era malo. Yo también me siento culpable cuando grito a mi hijo, pero eso no importa, porque es mi visión del mundo. La cuestión fue ¿qué hacía que eso fuera un problema para él? Si yo hubiera aceptado esa interpretación (gritar a un hijo es malo) como un hecho que no requería indagación, es decir, si hubiera compartido esa convicción, tal vez no habríamos examinado qué tenía de malo según él, no habríamos podido descubrir qué intención positiva tenía, qué estaba intentando conseguir y, lo más importante, él no habría descubierto qué estaba necesitando de su hija. Gracias a esa conversación, pudo cambiar la relación. Si nos hubiéramos quedado los dos en que gritar era malo, tal vez no habríamos desmenuzado esa convicción hasta encontrar la información que al padre le fue útil.
En la práctica profesional del coaching, debes ayudar al usuario a cuestionarse sus certezas porque la realidad tiene mucha más información que ofrecer cuando uno duda de lo cree que es cierto. Y para ayudarle a cuestionarse sus certezas, lo mejor es que tú mismo dudes de ellas y tengas curiosidad por saber, de qué manera aquello que parece cierto, es cuestionable.