Legítimo otro

Creo que todas las personas hacen lo que en cada momento consideran mejor, aunque desde fuera pensemos que están equivocados. Coincido con muchos autores en que nadie se equivoca a propósito, por lo tanto, cualquier idea o intención tiene, de alguna forma, una justificación que a la persona le está pareciendo adecuada según su experiencia.

Considerando la definición de legítimo (latín legitimus): que está de acuerdo con la razón o con lo que se considera justo o razonable. La aceptación del otro como legítimo otro se refiere a aceptar que las ideas e intenciones del usuario son razonables en el contexto en el que lo vivió, considerando su punto de vista e interpretaciones.

Como hemos visto antes, la mente contiene mucha información que mantiene oculta y a veces la muestra de forma confusa en forma de emociones, miedos, sensaciones, intuición, etc. Cada persona se maneja lo mejor que puede en esa maraña de información y cómo cada uno reaccione depende de su información, sus experiencias y sus intenciones. Todo esto vendrá condicionado por la experiencia de cada cual y como persona ajenas, ninguno conocemos toda la información sobre la vida de los demás.

Así, cuando el coach escucha del otro algo sobre lo que tiene una opinión (favorable o desfavorable), en vez de emitir un juicio sobre lo que está escuchando o, peor aún, sobre la persona, lo que hace es desarrollar su curiosidad para descubrir cómo está viendo la situación para pensar que lo que dice es una opción válida.

Es muy importante que quede claro que al decir “emitir un juicio” no me refiero a decirlo en voz alta, sino a generarlo internamente. Esta es la diferencia entre el ser y el hacer en coaching. Como decía antes, un profesional puede disimular sus opiniones, pero será mucho mejor coach cuando no genere esas opiniones internamente.

El proceso de transformación hacia el ser coach incluye la conciencia de que cada cual es cada cual, todos tienen sus experiencias y sea cual fuera  su opinión está totalmente legitimado a tenerla. Llegar a esta conclusión requiere un ejercicio de observación desde la tolerancia en la vida cotidiana. Si abres tu mente a tener interés por el punto de vista del otro, descubrirás que está totalmente legitimado a tener sus opiniones e intenciones. Aunque tú no las compartas. En ese caso, comprenderás que el otro es un legítimo otro, aunque creas que sus actos son incorrectos. Desde ese punto de vista, podrás conectar con la persona, dejando de lado su discurso.

Para profundizar en esta idea, te recomiendo el libro Comunicación No Violenta de Marshall Rosenberg. En él se defiende este concepto y se explica el método para llegar a comprender a las personas sin necesidad de compartir sus ideas.

El límite de aceptación del otro vendrá dado por los valores éticos y morales más profundos de la persona. Cuando mayor sea la capacidad de atención sin juicio, mayor será la capacidad de acompañamiento al descubrimiento. Cada uno tenemos nuestros límites que se pueden ampliar con la práctica. Si quieres desarrollarte como coach profesional, te animo a que observes a las persona a tu alrededor y cambies tus opiniones por curiosidad cuando te relaciones con ellos.

Recuerdo que hace unos años fui coach voluntario en una asociación para trabajar con jóvenes. En los pasillos coincidí con otro coach y compartió conmigo su caso. Se trataba de un chaval de unos 17 años, no recuerdo los detalles, pero sí recuerdo uno en concreto. Según parece, durante la conversación el chico le dijo que leía poco y que los adultos le insistían en que debían leer más a lo que su coach le respondió que tenían razón y que debía hacerles caso.

En este caso, el chico tiene frente a sí a otro adulto que le dice lo mismo que todos los demás, entonces ¿crees que ese consejo le va a aportar algo nuevo? Seguramente, no.

En el momento en el que el coach generó una opinión sobre la lectura, detuvo el proceso de acompañamiento y comenzó a ser directivo. Si el coach no hubiera generado una opinión, podría haber acompañado al chico a descubrir si realmente le convenía leer más. El coach perdió la oportunidad de descubrir junto con el usuario cuánto estaba leyendo, qué le aportaba la lectura, que tenía de bueno y de malo leer, qué le gustaba, qué aportaba, que beneficios podría tener leer más, etc. La aparición del juicio detuvo el proceso de coaching.

El coaching es una actividad profesional más, como tantas otras. No sirve para todo aunque sirve para mucho. Ponerlo en práctica requiere aplicar algunas directrices, la ausencia de juicio es una de ellas y la no directividad es otra.

No harás coaching a alguien que está aprendiendo a conducir y va directo hacia un árbol, simplemente le darás un grito y, tal vez, corregirás su dirección. Pero si decides tener una sesión de coaching con un chico que te dice que todos le recomiendan leer más, tu aportación como profesional incluye la ausencia de opinión y el interés por acompañarlo a descubrir cuál es su propio criterio.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.